Este movimiento que tiende a oponer a la propiedad privada la propiedad privada hecha común, se
expresa de forma animal cuando opone al matrimonio (que evidentemente es una forma de propiedad
privada exclusiva) la comunidad de mujeres, en la que la mujer se convierte en propiedad colectiva y vulgar.
Se puede decir que esta idea de la comunidad de mujeres revela el secreto de este comunismo todavía
totalmente burdo y desprovisto de pensamiento.
Al igual que la mujer deja el matrimonio por la prostitución
general, al igual que el mundo entero de la riqueza, es decir, la esencia objetiva del hombre, pasa del estado
de matrimonio exclusivo con propiedad privada a la prostitución general con la colectividad. Este
comunismo –que niega en todo momento la personalidad humana- no es más que una expresión consecuente
de la propiedad privada que es en sí misma la negación.
La envidia general, convertida en fuerza, no es más
que una forma camuflada por medio de la que la avidez se afirma y se satisface de otra forma. La idea de
toda propiedad privada en tanto que tal, se vuelve al menos contra la propiedad privada más rica, bajo forma
de envidia y tendencia a nivelar, de forma que estas últimas constituyen la esencia de la competencia.
El
comunismo burdo no es más que el remate de esta envidia y este deseo de nivelar de cara a un mínimo
imaginado. Hay una escala de medidas definida y limitada. Que esta abolición de la propiedad privada no
sea absolutamente una verdadera apropiación, eso ya está probado por la negación abstracta de todo el
universo de la cultura y de la civilización, el retorno a la simpleza no natural del hombre pobre y en la
necesidad, que no solamente no ha depasado la propiedad privada, sino que ni siquiera la ha alcanzado.
La mujer, considerada una presa y objeto que sirve para satisfacer la concupiscencia colectiva,
expresa la degradación infinita del hombre que no existe más que para sí, puesto que el misterio de las
relaciones del hombre con su parecido encuentra su expresión no equívoca, decisiva, pública, abierta, en la
relación del hombre y la mujer y en la forma de concebir la relación genérica inmediata y natural.
La
relación inmediata, natural, necesaria, de los seres humanos es la relación del hombre y la mujer. En esta
relación genérica natural, la relación del hombre con la naturaleza representa directamente la relación del
hombre con su parecido, al igual que la relación del hombre con su parecido representa directamente su
relación con la naturaleza, su propio destino natural. En consecuencia, esta relación hace aparecer de
manera sensible, reduce a un hecho visible, hasta qué punto la naturaleza se ha convertido en la esencia
humana del hombre.
Es por lo que, basándose en esta relación, se puede juzgar el grado general de desarrollo
del hombre. La característica de esta relación muestra en qué medida el hombre, en tanto que ser genérico,
se ha convertido en hombre y se concibe como tal; la relación del hombre y la mujer es la relación más
natural de los seres humanos. Por tanto, vemos hasta qué punto el comportamiento natural del hombre se ha
convertido en humano, y hasta qué punto su esencia humana se ha convertido para él en esencia natural,
hasta qué punto su naturaleza humana se ha convertido en naturaleza para él.
En esta relación, vemos
también hasta qué punto la necesidad del hombre se ha convertido una necesidad humana, es decir, hasta
qué punto otro ser humano se ha convertido para él en una necesidad, en tanto que ser humano, hasta qué
punto es, en su existencia individual, un ser social al mismo tiempo.
Así, la primera forma positiva de la abolición de la propiedad privada, el comunismo burdo, no es
más que una forma en la que se manifiesta la mezquindad de la propiedad privada que quiere afirmarse
como forma de ser social positiva.
Fuente: PrensaPopularSolidiaria/En Primera Fila Mujeres Comunistas
http://enprimerafila-mujerescomunistas.blogspot.com/
Correo: pcvmirandasrp@gmail.com
Fuente: PrensaPopularSolidiaria/En Primera Fila Mujeres Comunistas
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